Cuero para calzado, vestimenta y marroquinería (bolsos, correas, billeteras) fueron la primera línea de negocio que Curtiembre Renaciente comenzó en 1947. Con cuarenta años ya en el mercado, la empresa cuencana decidió incursionar en la producción de cuero para tapicería de autos y muebles con el objetivo de llegar a mercados internacionales, lo que la llevó a cumplir con altos estándares y a buscar las certificaciones para la exportación de mercancías pecuarias.
Carlos Rojas, gerente de la firma, comenta que desde hace más de 20 años lograron exportar sus productos y que entre sus principales clientes están Perú, Colombia, Guatemala, Nicaragua, República Dominicana, Chile, EE. UU. y Puerto Rico.
La empresa se prepara ahora para poder llegar nuevamente a El Salvador, donde han cambiado las regulaciones y ya está trabajando con la Agencia de Regulación y Control Fito y Zoosanitario (Agrocalidad) para poder cumplir los parámetros, algo que ya logró en Italia, donde tiene previsto realizar un envío en enero de 2022.
En el caso de productos pecuarios no tradicionales, como el cuero, toda empresa que busque exportar debe constar como exportador de mercancías pecuarias y obtener el Certificado Zoosanitario de Exportación (CZE) que emite Agrocalidad para cada envío.
La gestión de este ente es clave para conocer los estándares por cumplir, que van a variar según cada país de destino. Desde 2018 cerca de treinta empresas se han registrado como exportadoras y se han emitido más de 1.200 certificados. Solo hasta agosto de este año se emitieron 293.
Rojas dice que cuando comenzó sus exportaciones no existían regulaciones fitosanitarias como las que hay actualmente y que bastaba con los permisos aduaneros y certificados habituales que eran fáciles de obtener, pero que esto está en constante evolución.
“Nosotros no podemos hacerlo directamente como exportadores, es un tema entre países, son negociaciones avanzadas”, comenta.
Solo en lo que va de 2021 cerca de una veintena de productos pecuarios no tradicionales y cerca de quince productos vegetales se han abierto mercado internacionalmente, según registros de Agrocalidad.
Brasil, Colombia, Corea del Sur, Estados Unidos, Honduras, Namibia, Perú, Paraguay y Uruguay están entre los países a los que han llegado productos pecuarios ecuatorianos, como lana sucia de oveja, queso azul; embriones bovinos y bufalinos, semen bovino y bufalino; pieles de bovinos, ovinos, caprinos y porcinos; leche en polvo, huevos fértiles, mantequilla y hasta los tradicionales helados de Salcedo.
Para internacionalizar este último producto, Proalbac, empresa ubicada en el cantón Salcedo, en la provincia de Cotopaxi, trabaja desde hace más de seis años en la elaboración de los helados típicos para mantener la tradición. Juan Carlos Balseca, junto con su esposa, ambos ingenieros agroindustriales, son los propietarios que han alcanzado elevar la calidad para llegar al mercado estadounidense.
“En 2018, un ecuatoriano que vive en Nueva York y que se dedica a la comercialización de productos ecuatorianos se vio interesado en el producto para llevarlo a EE. UU., porque hay muchos latinos, muchos ecuatorianos”, cuenta Balseca y refiere que pese al interés que había, en ese momento no existía una homologación para el ingreso de productos con derivados lácteos a ese país.
Iniciar el proceso representaba un trámite largo y complejo, pero la empresa contó con el apoyo de su cliente en EE. UU. Los altos estándares que tiene ese mercado norteamericano, al que Balseca califica de muy exigente en cuanto a sanidad y calidad, han hecho que deban cumplir con buenas prácticas pecuarias y agrícolas que abarcan el control desde los proveedores de leche y de frutas que han tenido que alcanzar certificaciones internacionales.
Proalbac hace envíos de 110.000 helados en promedio cada dos meses. Para este 1 y 8 de diciembre realizará los últimos embarques de este año, de ahí las exportaciones las retoman en abril cuando ha pasado el invierno.
Balseca no descarta exportar sus helados a España, aunque reconoce que las exigencias de Europa son mucho mayores que las de EE. UU., pero subraya que se encuentran trabajando ya en algunos ajustes para volver a intentar entrar a ese mercado.
En tanto, más de una docena de productos vegetales ecuatorianos, como flores, follajes cortados, arroz, teca, limón, granos, ají, mango, camote, frutas, hortalizas, madera y albahaca, también se están abriendo mercado internacionalmente en países como Bangladés, Curazao, Georgia, Macedonia, Nigeria, Singapur, Reino Unido y San Vicente.
Para llegar a estos destinos, es obligatorio contar con el Certificado Fitosanitario de Exportación (CFE), emitido también por Agrocalidad a través de la Coordinación de Sanidad Vegetal. Mensualmente se expiden unos 33.000 y al igual que el CZE, se generan para cada envío de la mano de una inspección previa que verifica desde la producción hasta el embarque.
Dennis Brito, CEO de Golden Sweet Spirit, desde hace 22 años trabaja en el desarrollo de la cadena de valor de la uvilla para exportación, conocida en otros países como uchuva, aguaymanto, golden berry y physalis.
Canadá, EE. UU., Alemania, Inglaterra, Holanda, Francia, España son los principales países a los que han conseguido llevar el producto, sin embargo no fue una tarea fácil, Brito comenta que les costó muchos años y que fue un trabajo mancomunado con los entes de control respectivos.
En el caso de los productos vegetales, el mercado norteamericano es uno de los más complejos para poder ingresar, cuenta Brito. Inició el trámite hace más de 16 años y en ese momento no pudo realizarlo ya que en EE. UU. la fruta fresca de Ecuador estaba prohibida por tener la plaga de la mosca.
EE. UU. le exigió a Ecuador tener zonas libres o de baja prevalencia de mosca de la fruta. Golden Sweet Spirit estuvo bajo monitoreos de hasta 48 meses en cultivos ya existentes y en 2019 concretó la apertura de ese mercado.
“Era un reto superfuerte, pero lo tomamos, tomó tiempo, venían expertos de EE. UU. a ver el avance y cuando ya se verificó que todo esté correcto recibimos el permiso, fue la forma más larga pero más adecuada, fue un hito para la agricultura de Ecuador”, cuenta.
La empresa -con sede en Shungourko, en el cantón Mejía, al sur de Pichincha- exporta 1′200.000 kilos por año de uvillas, un producto que tiene la ventaja de no ser estacional. Ahora busca llevarla a Chile, pero faltan varios estudios como el de riesgo de plagas. Brasil, Argentina son dos nuevos mercados a los que espera llegar en un corto plazo.
Los tres empresarios reconocen que llegar con productos ecuatorianos a un mercado internacional no es algo que se logra una vez y se mantiene. Coinciden en que se puede perder si no se está en constante actualización. Destacan el estatus que el país ha alcanzado con los estándares nacionales y normativas fijadas que lo ponen al nivel de la exigencia de los mercados de EE. UU. y de Europa.