Las empresas frenaron las contrataciones más allá de las 8 horas debido a la rigidez laboral, según indica un estudio de la Universidad San Francisco de Quito.
El aumento significativo del salario básico unificado y el incremento de la demanda laboral en el sector público, entre 2008 y 2010, “ocasionaron distorsiones” en el mercado laboral en los años posteriores, revela un estudio del Instituto de Economía de la Universidad San Francisco de Quito.
En 2008, además, se eliminó la contratación por horas, la intermediación laboral y la tercerización a excepción de determinadas actividades complementarias. También el Código de la Producción de 2010 impuso un recargo de 35% para el caso de contratos eventuales.
Carlos Uribe-Terán, uno de los autores de la investigación, considera que estos elementos forzaron a las empresas privadas a prescindir de contratos, más allá de las 8 horas diarias. “A simple vista parecería que esto estuvo bien, porque la gente disfrutaba de más tiempo libre; pero en la práctica esto hizo que entre 2008-2016 haya una contracción de las horas trabajadas del 6% en el sector privado”, explica el académico.
Mientras que el sector público “crecía desmesuradamente” con salarios con los que el sector privado no podía competir debido a la rigidez laboral que se creó, dice el análisis.
La brecha salarial de un empleado público y un privado llegó al 30% en promedio, entre 2003 y 2017. El estudio académico considera que el actual estancamiento de los indicadores de empleo va más allá del momento económico del país y se relaciona más bien con la rigidez laboral instaurada en la anterior administración.
Las nuevas reformas laborales que el Gobierno ahora prepara llegarán a la Asamblea Nacional en agosto de 2019. Uribe-Terán dice que deben apuntar a facilitar la empleabilidad a través de dos o tres modelos de contratos que faciliten la legislación. “El contrato permanente y el contrato por hora brindan flexibilidad y estabilidad”.
Otro de los factores clave es la modernización de la distribución de las horas laborales en la semana. “Un empleado puede trabajar 12 horas diarias, pero durante menos días a la semana. El empleador podría distribuir mejor a sus empleados y no perder producción. Así funciona el mundo actual para los millennials que no quieren laborar las 8 horas diarias”.
El aumento del salario acorde a los niveles de inflación es otra de las recomendaciones para las nuevas reformas laborales. “De no ser así, se cometerán los mismos errores de 2008 y 2010”.
Para el analista económico Guido Macas, las reformas 2008-2010 fueron positivas en derecho laboral, puesto que sancionó a empresas que no tenían afiliados a la seguridad social o que incumplían la ley en otros aspectos. Sin embargo, no tomaron en cuenta que el país tiene una “estructura productiva diferente”, en la que la mayor fuerza laboral se centra en el trabajo de campo y afines.
“En las zafras o en las camaroneras no necesariamente se necesitaban las 8 horas laborales diarias o solo se requería trabajo por cosecha o temporada”. Macas cree conveniente que la nueva reforma laboral se ajuste a las necesidades de todos los sistemas productivos del país.
Para Patricio Alarcón, presidente del Comité Empresarial Ecuatoriano, la reactivación de la creación de mano de obra no solo depende de las reformas laborales, sino de una reforma económica transversal que abarque los temas tributarios y de financiamiento.
“Por estas tres razones (rigidez laboral, carga tributaria y falta de fuentes de financiamiento) los negocios pequeños y medianos, sobre todo, no se mueven”. A su criterio, el Gobierno ha tardado en plasmar estas reformas porque se toma mucho tiempo en el análisis político, “mientras el problema económico se agudiza”.