Las condiciones para que la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) pueda volver a trabajar por la integración latinoamericana ya no existen.
Esa fue la explicación que dio anoche el presidente Lenín Moreno, al anunciar la decisión de su Gobierno de iniciar los procedimientos para salir oficialmente del Tratado de este organismo.
El anuncio fue sorpresivo, aunque el ente había entrado en un final sin retorno desde hace un año, cuando la mitad de los 12 Estados miembros suspendieron su participación.
Lo que dinamitó al proyecto fue la falta de acuerdos entre sus integrantes para designar a un nuevo Secretario General, en lugar del expresidente colombiano Ernesto Samper, quien terminó su gestión a principios del 2017.
Moreno, en su mensaje al país, comentó que por “varios medios” diplomáticos se buscó solucionar esta situación, pero no hubo resultados.
A su juicio, el problema es que “Unasur se transformó en una plataforma política que destruyó el sueño de integración que nos vendieron”.
“Algunos mandatarios irresponsables se encapricharon por nombrar a sus amigos a esa secretaría, nuevamente replicando los peores vicios del socialismo del XXI. Por eso, en la práctica, las puertas de la organización se han cerrado”, enfatizó el Presidente.
A su vez, indicó que se pedirá la reversión al Ecuador del edificio sede, al tiempo que se retirará la estatua en honor al expresidente argentino Néstor Kirchner, que se ubica junto a este complejo.
La escritura de donación del predio, a la que accedió este Diario, data del 15 de diciembre del 2016 y en una de sus cláusulas se estipula la devolución del inmueble cuando Ecuador denuncie el Tratado Constitutivo o abandone el grupo.
Con fecha 11 de marzo, el mismo día en que se cumplieron ocho años desde que el tratado entró en vigencia, el canciller José Valencia envió un oficio a su par de Bolivia, Diego Pari, quien ejerce la presidencia pro témpore de Unasur.
Con esa carta, Valencia le comunicó la decisión de Ecuador de “dejar de participar en todas las actividades y compromisos de Unasur, e iniciar los procedimientos internos para denunciar el Tratado”.
Igual decisión tomó Colombia el 10 de agosto del año pasado, con el argumento de que ese organismo se había convertido en “una caja de resonancia de Venezuela”.
Para el analista internacional Mauricio Gándara, la decisión del Gobierno ecuatoriano era un paso que se veía venir, después de que a mediados del año pasado el presidente Moreno anunciara un uso diferente para la infraestructura de la Unasur, ubicada en la Mitad del Mundo, en Quito.
Gándara recordó que la idea de crear Unasur fue del fallecido expresidente de Venezuela, Hugo Chávez, con miras a tener organismos bajo su control que se opongan a otros, como la Organización de Estados Americanos (OEA).
Para el catedrático Hernán Moreano, este desenlace también responde a que Latinoamérica ha dado un giro hacia las agendas comerciales liberales, distintas a las del socialismo del siglo XXI.
De hecho, Ecuador marcó distancias con esa corriente desde el 23 de agosto del año pasado, cuando el Ejecutivo anunció que no continuará participando en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), que también era impulsada por Chávez. Lo hizo al agudizarse las secuelas de la ola migratoria de ciudadanos venezolanos.
El Presidente remarcó anoche que el país “está comprometido con la integración regional, pero con una integración que funcione, que efectivamente integre a los pueblos”.
No hubo pronunciamientos por parte del Canciller, pero el 15 de enero pasado, un día después de que Colombia planteara conformar Prosur como alternativa a la Unasur, enfatizó que el Gobierno está dispuesto a analizar todas las alternativas y “trabajar con otros países en algo que es más importante que cualquier membrete”.