Mercado secundario: clave para el desarrollo bursátil en Ecuador

El lado invisible del mercado de valores. El crecimiento del mercado de valores ecuatoriano enfrenta obstáculos conocidos: marco regulatorio, escasez de emisores y rezago tecnológico. Sin embargo, hay un obstáculo menos discutido, pero fundamental: la falta de un mercado secundario profundo y líquido. Esta ausencia alimenta la pregunta recurrente de los inversionistas: “¿Quién me comprará este título si luego necesito venderlo?”. Esa incertidumbre actúa como restricción al dinamismo natural que un mercado de valores saludable puede y debería tener. La existencia de un mercado secundario profundo y líquido es un componente esencial en cualquier ecosistema bursátil desarrollado, y su ausencia limita el crecimiento estructural del mercado ecuatoriano.

Donde los títulos cobran vida: el papel del mercado secundario. El mercado secundario es el espacio donde los valores previamente emitidos son negociados entre inversionistas, el lugar donde los títulos encuentran nueva vida después de su colocación inicial. Este mercado no solo otorga liquidez, sino que permite especulación saludable, gestión activa de portafolios, formación de precios, y sirve como una señal clara del apetito del mercado. En Ecuador, sin embargo, su escasa profundidad ha hecho que la compra de papeles bursátiles sea percibida como un compromiso rígido a varios años sin opciones realistas de salida. Esto es una limitante histórica: En el primer semestre de 2025, el volumen negociado en el mercado secundario fue de USD 1.590 millones, frente a los USD 7.140 millones del mercado primario; es decir alrededor del 18%. Esta misma relación se repite en todos los años previos, oscilando siempre en el rango del 20%.

La cultura del corto plazo: síntoma y consecuencia. Esta limitación no es aislada; repercute directamente sobre otras dimensiones del mercado como el mercado accionario, la predominancia cortoplacista y el número limitado de emisores del sector real; asimismo, su potenciación funcionará con efecto multiplicador. En 2024, el 89,5% del valor transado en renta fija correspondió a instrumentos de corto plazo, y en el primer semestre de 2025 esa proporción se mantuvo superior al 80%. Esta predilección por lo inmediato responde tanto a una aversión al riesgo como al temor de quedar atrapado con papeles ilíquidos. En un entorno donde el plazo promedio de inversión es tan corto, es difícil construir portafolios diversificados de largo plazo ni incentivar a emisores a estructurar emisiones ambiciosas.

Crecer exige más liquidez. El mercado secundario no es un complemento, sino una condición fundamental para generar confianza, canalizar financiamiento y hacer crecer el sistema de capitales del país. Su desarrollo reduce el riesgo percibido por los inversionistas, permite formar precios de referencia sólidos, incentiva a nuevos emisores y es la base para atraer inversión institucional de largo plazo. No basta con emitir papeles; es necesario que se negocien en un entorno ágil y confiable.