Este jueves se cumple un mes del inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania que ha impactado y distorsionado severamente la economía global.
Uno de los efectos es la apreciación del dólar estadounidense que empezó su escalada incluso en la víspera del 24 de febrero solo con la incertidumbre del posible inicio del conflicto, que llevó a inversores a refugiarse en la moneda dura que ganó terreno rápidamente frente a la mayoría de las monedas del mundo, sean estas el peso argentino, mexicano, chileno, rublo ruso, euro, corona sueca o libra esterlina.
Solo desde el 24 de febrero al 7 de marzo, el dólar se apreció 3,4 % en relación con el euro, mientras que el rublo se desplomó y perdió más de la tercera parte de su valor, asegura Alberto Acosta Burneo, editor de Análisis Semanal.
¿Qué consecuencias tiene para economías dolarizadas como la del Ecuador?
Se elevan los precios internos y el país se vuelve más costoso, situación que Acosta indica que hay que combatir a través de la devaluación interna, un proceso complejo, lento que lleva varios años y que todavía no concluye, asegura el analista.
En síntesis, a Ecuador no le conviene un fortalecimiento del dólar de manera permanente.
El analista económico Jorge Calderón resume el efecto en la economía ecuatoriana al señalar que se encarecen las exportaciones de camarón, banano, cacao, café y toda la demás oferta exportable del país.
La consecuencia es que los compradores internacionales buscarán comprar menos o sustituirnos, es decir, comprar camarón en otros países, como el caso del sudeste asiático, comprar tal vez cacao en los países africanos, banano también entre África y Asia, y así sucesivamente, lo que trae a la baja las exportaciones de los países dolarizados como Ecuador.
En esta línea y teóricamente lo que se importe al Ecuador debería ser más barato.
Esto, según Calderón, haría que la producción local se abarate, aunque pasaría si solo se tuviese la apreciación del dólar.
Pero hay otras variables que inciden como la especulación, factores climatológicos que han perjudicado la producción agrícola, entre otros.
José Antonio Camposano, presidente del directorio de la Corporación de Gremios Exportadores del Ecuador (Cordex), explica que los importadores al tener mayor dificultad para adquirir los volúmenes acostumbrados presionan porque el precio se ajuste para poder compensar esa pérdida de capacidad adquisitiva y luego al interior, ya una vez que las mercancías han sido compradas, nacionalizadas y transformado sus precios a la moneda local, otra vez llegan más caras y eso afecta también a quien consume bienes importados, en este caso exportados desde Ecuador.
El dirigente aseguró que en Rusia, el mayor impacto lo lleva al sector bananero, porque el 70 % del total de las exportaciones totales que van a Rusia son de la fruta, casi la cuarta parte del banano que se produce en Ecuador va a ese destino.
En 2021 Rusia fue el segundo destino de las exportaciones bananeras con $ 699 millones, solo detrás de Estados Unidos ($ 964 millones). Mientras, en enero pasado, antes del conflicto, Ecuador exportó $ 69 millones, 8 % más en divisas y 10 % más en volumen. No obstante, tras el inicio de la guerra, solo en una semana, se dejaron de exportar 765.000 cajas de banano a los países en conflicto.
Por su parte, a Felipe Rivadeneira, presidente ejecutivo de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), le preocupa el entorno de incertidumbre causado por la guerra.
Sin embargo, resalta que el sector exportador está acostumbrado desde el 2000 a exportar con moneda dura, aunque esto signifique ser menos competitivos frente a competidores directos como Colombia, Perú o Chile, que tienen más facilidad de costos porque pueden realizar devaluaciones a sus monedas.
No obstante, Rivadeneira indica que estas devaluaciones dan una falsa competitividad a esos países, porque al final eso termina perjudicando sus economías, por lo que cree que es mejor que Ecuador compita con moneda dura.
¿Cuáles son las tareas para el sector exportador? Rivadeneira asegura que se debe seguir trabajando en innovación y diversificación y crear nuevos productos agroindustriales que permitan seguir siendo atractivos para el futuro.
Mientras que con el sector público se necesita seguir trabajando en una estrategia conjunta de reducir costos de logística, impuestos directos, así como en la agenda comercial, y el drawback automático que está establecido en la ley desde diciembre del 2019 y que por las deficiencias fiscales, según Rivadeneira, no se ha implementado.
En esto coincide Camposano: “El drawback automático existe solo en el papel”.
“El sector público, que tiene que entrar en este ciclo de eficiencia, vemos con preocupación que no está entrando a tiempo y que las eficiencias que han permitido a los sectores ampliar sus exportaciones o sostenerlas en estos últimos años, especialmente desde el inicio de la pandemia, han sido responsabilidad del sector privado”, agrega el dirigente.
Aunque destaca los anuncios del Ministerio de Comercio Exterior y del Gobierno sobre la agenda comercial y la diversificación de mercados, a través de la negociación de acuerdos, indica que es una agenda de mediano o largo plazo, no para resolver los problemas coyunturales o que va a motivar de inmediato las exportaciones para el 2022.
En tanto, Acosta asegura que la apreciación del dólar no será a mediano ni largo plazo. Indica que hay otras fuerzas que van a limitar ese fenómeno que viene por el lado de la fuerte inflación en Estados Unidos que en febrero pasado alcanzó 7,9 %, un récord que no se había registrado desde inicios de los años 80.
Eso hará, agrega, que eventualmente el dólar comience a perder valor y ayudará a que el Ecuador no se vea tan afectado por esa apreciación.
“Para enfrentar la apreciación temporal del dólar, Ecuador tiene que seguir buscando construir competitividad, el Gobierno tiene que buscar acuerdos comerciales para que nuestros productos no tengan que pagar aranceles para ingresar a los principales mercados”, sugiere Acosta.