El Ministerio de Energía y Recursos Naturales no Renovables informó esta mañana que el país perdería al menos $ 600 millones por los problemas en el sector petrolero, debido a la suspensión del bombeo de crudo y sus consecuencias generadas, por la erosión regresiva en el río Coca y sus afluentes el Quijos y Piedra Fina.
Entre tanto, se informó que con la séptima variante del SOTE que está en plena construcción el ducto podría retomar las actividades de transportar petróleo para el 29 de diciembre, mientras que la novena variante del Oleoducto de Crudos Pesados (OCP) estaría lista para la primera semana de enero. Estas variantes son claves para superar el problema de la paralización del bombeo de ambos oleoductos en el Ecuador.
De acuerdo con un comunicado del Ministerio de Energía, Petroecuador y OCP se encuentran ejecutando en jornadas extendidas el trabajo en las variantes para restablecer el transporte de crudo.
Según informó la EP Petroecuador, la séptima variante del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE), ubicada en el sector de San Luis, registra un avance del 73 %, mientras que la novena del OCP Ecuador se encuentra al 40 % de avance.
En el poliducto Shushufindi-Quito, que transporta nafta y GLP, la quinta variante de 2,5 km se encuentra al 81 % y estará operativa desde el 18 de diciembre de 2021.
Los trabajos para la construcción de las variantes se realizan en jornadas extendidas de 24 horas para cumplir con los plazos previstos y se desarrollan bajo condiciones climáticas adversas, ya que en el sector las lluvias son constantes.
El Gobierno ratificó que el abastecimiento de combustibles está garantizado a escala nacional. Para enfrentar los efectos del fenómeno natural, desde el primer momento, se implementaron medidas de prevención, como monitoreo permanente, alertas tempranas, suspensión de bombeo del SOTE, OCP y Poliducto y el drenaje de los hidrocarburos existentes en la tubería, con lo cual se evitaron afectaciones ambientales en la zona.
La erosión regresiva es un fenómeno natural que se manifestó desde febrero del 2020 cuando ocurrió el colapso de la cascada de San Rafael. Luego, en abril del mismo año el fenómeno también denominado de aguas hambrientas llevó a la destrucción de los dos oleoductos que transportan el crudo del país, causando importantes pérdidas económicas.
Esta semana se conoció del avance de la erosión, por la cual se debió suspender el bombeo, asimismo se destruyó un tramo de la carretera Quito-Lago Agrio. El fenómeno amenaza al poblado de San Luis y se encuentra a pocos kilómetros de las obras de captación de la central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair.