En el sur de la Amazonía, en Zamora Chinchipe, por donde atraviesa la Cordillera del Cóndor, comenzó la minería industrial. Es el proyecto Mirador, que desde el 18 de julio del 2019 ya produce cobre. En la operación también se extraerán oro y plata, aunque en menor cantidad.
La mina más grande a cielo abierto en el país, localizada en la parroquia Tundayme (El Pangui), irrumpe en medio de un paisaje natural caracterizado por una robusta vegetación y por el río que lleva el mismo nombre de la comunidad.
Ahí empezó la fase de explotación de prueba, que apunta a extraer 400 toneladas de mineral concentrado al día, para luego ser refinado en China, sede de la casa matriz de la firma Ecuacorriente SA, (ECSA), concesionaria de Mirador. De esa cantidad saldrán 12 toneladas de cobre puro.
Esta etapa servirá para preparar y calibrar los equipos, maquinaria e instalaciones del proyecto, a fin de que todo funcione adecuadamente cuando arranque la producción a gran escala y, así, lograr los rendimientos estimados, anotó Yang Jun, presidente de la firma Tongling Non Ferrous Metals Group.
Un total de 10 000 toneladas (t) de rocas se triturarán al día, en dos grandes molinos, hasta obtener las 400 t de concentrado en este primer período. Este procedimiento no involucra el uso de sustancias químicas, aclaró Mauricio Núñez, vicepresidente de ECSA. Superada la fase de prueba, se tratarán 60 000 t de rocas para obtener 1 200 t diarias de concentrado.
Durante el acto oficial, el ministro de Energía, Carlos Pérez, indicó que la concesionaria cumplió con los requisitos para dar paso a la producción. Y recordó que el proyecto estuvo parado dos veces por observaciones a sus operaciones.
Además, Pérez mencionó que dependiendo del volumen de producción de cobre a futuro, el Gobierno evaluaría si es pertinente construir una refinería de cobre en el país.
La extracción se produce nueve años después de que el consorcio, conformado por las chinas CRCC y Tongguag, adquirieran en el 2010 todo el paquete accionario de la firma ecuatoriana ECSA.
En el 2012 se firmó el contrato de explotación con el Estado, y tres años más tarde, en el 2015, comenzaron las obras para levantar la infraestructura y dar paso a la producción.
La compañía ha invertido hasta hoy USD 1 248 millones y ha entregado al Estado 85 millones en regalías anticipadas (de un total de 100 millones). Al cierre del proyecto, la inversión llegará a 2 015 millones.
La mina tiene una proyección de 30 años de vida útil. En ese tiempo se producirán al año 94 000 t de concentrado de cobre, con exportaciones de USD 30 305 millones, entre el 2019 y 2049. El Estado recibirá beneficios por 7 635 millones en impuestos, utilidades y regalías, según datos oficiales. Luis Urdiales, presidente del GAD de Tundayme, conminó al Gobierno a que los dineros se vean plasmados en el desarrollo de la región, donde se extrae el material.
Por su magnitud y ubicación geográfica hay preocupación en pobladores y grupos ambientalistas, quienes vaticinan daños irreparables al ecosistema de la zona, en especial en el río Tundayme, en cuya cuenca (por encima de las riberas) se depositarán los relaves.
El afluente será desviado a través de un túnel, el cual está en proceso de construcción.
La empresa reconoce que el impacto ambiental será significativo. El 16 de julio pasado, el gerente de Seguridad, Salud y Ambiente de ECSA, Augusto Flores, dijo que las afectaciones serán “irreversibles” en al menos tres frentes del área. Uno es la planta de beneficio del campamento, que para su instalación requirió talar parte de un bosque secundario. Otro es el tajo de mina en la montaña. Y el último es la relavera del río, que es como una gran olla que captará los relaves.
La relavera será edificada en el transcurso de los siguientes 25 años, tendrá una dimensión semejante a dos veces el tamaño del Central Park de Nueva York (EE.UU.).Flores destacó el compromiso de la firma: desarrollar los procesos con el menor impacto posible.
Pérez confirmó que en el transcurso de las siguientes semanas, el Ministerio del Ambiente emitirá el permiso de construcción de la relavera, ya que se han solventado las observaciones hechas a los diseños originales.
Mientras tanto, los residuos de las rocas procesadas serán depositados en una relavera provisional, que puede funcionar hasta por 15 meses.